Reseña por Rafael Guilhem ■  23 may 2024
Sr

Lea Hartlaub | Alemania | 2024 | Alemán, suajili, inglés, hebreo, chino, farsi, tamashek | Color | 103’

Más que un punto de partida, la jirafa es la criatura que nos guía, desde la alfa hasta la omega, a lo largo de Sr. A través de ella se capitula un tropel de latitudes, épocas, relatos y fábulas, algunos más verídicos que otros, pero todos constitutivos del saber y la experiencia humanos. El espectador podrá percibir que el conjunto de planos gravita en torno a un centro invisible: una idea que permea lentamente entre lo que vemos y escuchamos, pero que sobre todo perfila su propia forma entre líneas. Es una sensación más que una certeza, y antes de definir de qué idea se trata, es muy placentero rumiar el tono evanescente, casi un mundo flotante, que nos ofrenda la cineasta alemana Lea Hartlaub.

La distancia entre lo dicho y lo mostrado es evidente, si bien los entrelaza un fino hilo que corre de orilla a orilla con suma tensión. A eso me refiero con que en el centro de la película reposa una idea que sin embargo está fuera de campo: todos los planos aluden a ella y la conforman, pero nunca terminan de decirla. Lo que Sr nos presenta son varios casos en que la jirafa articula un contexto y desvela su funcionamiento social, cultural e histórico, es decir, la jirafa no es sólo una jirafa, es muchas cosas más: una figura espiritual, una transacción económica, un indicador de estatus, un ejemplar de museo, una presa de caza… Así, la realidad de la jirafa va más allá de su unidad espaciotemporal: es una serie de transformaciones que aumentan el concepto que tenemos de tan hermoso y noble animal.

Aquí intercede un segundo y crucial elemento de Sr; ya no su eje temático ni su tesis principal, sino su método. La maleabilidad de la noción de la jirafa tiene que organizarse de algún modo. Puede ser útil, para sujetarnos de algo, dar cuenta de los fundamentos invariables en la película. Uno de éstos es el marco. Con un poco de atención notaremos cuántas veces los objetos aparecen enmarcados de alguna manera. Primero por el encuadre cinematográfico, cuyos límites se acentúan gracias a las composiciones geométricas. Después tenemos paralelogramos al interior de este gran cuadro: fotografías, archivos, puertas, vitrinas, hojas de libros, diapositivas, pinturas, ventanas y un sinfín de delimitaciones más.

Un marco, lo sabemos, da orden al caos. Nos plantea un punto de vista y categoriza nuestro universo; a su vez, un marco dice algo de lo que enmarca. Lea Hartlaub no desconoce la ascendencia del cine en lengua alemana: Peter Nestler, la pareja Straub-Huillet, Harun Farocki, Hartmut Bitomsky e Ingemo Engström, quienes encuentran en el ordenamiento —en el sentido más riguroso posible— un principio de profunda comprensión sobre nuestro mundo. La disposición que sigue Sr, en apariencia ascética y rígida, tiene una plena vocación enciclopédica. No es baladí que tome su título del jeroglífico sr, atribuido a la jirafa en el primer diccionario egipcio del que tenemos noticia. Hartlaub se interesa por una vastedad de fenómenos, pero sobre todo, por la variedad de esquemas con que el ser humano los ha clasificado. Finalmente, la bella idea detrás de Sr se puede formular en los siguientes términos: la realidad nace con la forma, y es esta forma la que, en última instancia, perdura a través del tiempo.

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