Reseña por Abraham Villa Figueroa ■  19 oct 2023
Malintzin 17

Esta reseña forma parte del Cuaderno Ambulante, la publicación editorial de la decimoctava edición de Ambulante Gira de Documentales.


La temprana muerte del documentalista Eugenio Polgovsky en 2017, cuando tenía apenas cuarenta años de edad, dejó un vacío en el cine nacional cuya verdadera hondura nunca conoceremos. ¿Qué otras obras nos habría entregado el resto de su carrera? ¿Qué películas de él nos harán falta? El eco de estas preguntas se pierde en el pasmo y en el silencio. Más todavía cuando Malintzin 17 deja un testimonio breve pero elocuente de su sensibilidad y talento para arraigar en lo cotidiano pequeños encuentros, recurrencias y evocaciones que se ordenan para transmitirnos una certeza básica y vital: basta observar con cuidado lo que tenemos enfrente para que descubramos un mundo.

Durante una semana, Polgovsky, acompañado por su hija Milena, de entonces cinco años, filmó lo que se veía desde la ventana de su casa, ubicada en la calle Malintzin, número 17, en la colonia Del Carmen (Coyoacán). A partir de este material, Mara Polgovsky, hermana del documentalista, quien también había trabajado en sus películas anteriores, armó póstumamente Malintzin 17. Hay un pájaro que cuida su nido construido sobre un manojo de cables eléctricos. Vecinos pasean a sus perros. Pasa el camión de la basura, el del gas. Dos amantes se despiden en la noche. Padre e hija conversan. La luna se asoma entre las nubes. Y así, poco a poco, como si nada fuera pasando, se produce una impresión significativa: entre el curso natural de las cosas, hay breves remansos donde el interés y la curiosidad encuentran un asidero. Y reunidos, sugieren algo mayor que los fragmentos de la vida: una emoción duradera. Que Eugenio Polgovsky encontrara esa emoción con tan solo asomarse por la ventana de su casa quedará para nosotros como un recuerdo de la clase de cineasta que era.

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