Reseña por Pedro Emilio Segura Bernal ■  23 may 2024
Huellas

Valeria Sarmiento | Chile, Francia | 2023 | Español | Color | 63’

En Huellas, la cineasta Valeria Sarmiento, tras años de autoexilio en Francia y guiada por la culpa y la búsqueda de redención, regresa a su natal Chile para realizar un documental sobre las desafortunadas herencias de la dictadura militar pinochetista, a treinta años de su finalización.

En la película hay un breve momento que resulta esencial: un pequeño niño, con los ojos vendados y palo en mano, intenta enérgicamente, sin éxito, pegarle a una piñata. Al final de los quince segundos que dura el fragmento, en el niño se pueden percibir dos cosas: el mareo producido por tantear a ciegas, lo que le ha hecho perder el control sobre su cuerpo, y la presencia de una cierta desilusión que lo lleva a dejar caer desinteresadamente el palo. Este plano expone muchas de las intenciones y posturas de la directora en su acercamiento a uno de los episodios políticos más oscuros de Latinoamérica en el siglo XX.

La selección de Sarmiento de este instante nace de una decisión discursiva: utilizar una figura infantil para representar la conciencia de la cineasta sobre la tarea a la que ella misma se convoca, que es entender de forma colectiva las cicatrices —en algunos casos, heridas aún abiertas— de las violencias y opresiones ejercidas en Chile por el régimen militar de Pinochet durante cerca de tres décadas.

El mareo del niño es el de la cineasta y los espectadores: resulta abrumador escuchar un torrente de testimonios intergeneracionales de dolor, miedo y pérdidas que integran este documento histórico. La desilusión del niño, por su parte, se puede comparar con el efecto que provoca el intento de cubrir poliédricamente un periodo así de convulso.

A su vez, la escena del niño es una breve transición entre dos entrevistas de las tantas que componen el filme y a través de las cuales la cineasta, sabedora de su distancia con los hechos, busca una pluralidad de perspectivas sobre las consecuencias dictatoriales en la sociedad chilena. Una especialista, por ejemplo, nos explica lúdicamente las secuelas químicas, a nivel anatómico, del estrés postraumático tras la violencia.

Huellas es un sutil gesto de Valeria Sarmiento que busca yuxtaponer a quienes investigan lo invisible con el carácter físico de que los dota el cine, que conjura el pasado con el presente, y registra aquello que reniega la permanencia, que no quiere materializarse —porque el olvido le es conveniente— y utiliza el lente como microscopio para poder ver esos vestigios que habitan todos los días en el rostro y la voz de cada chileno, en fachadas de casas, calles, esquinas (cada una con historias terribles), y que no deberían quedar en el olvido pues merecen, a través del ejercicio de la memoria, el registro y el testimonio como exorcismo, la certeza de un mejor futuro.

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