Hace 18 años, Gerardo perdió la memoria en un accidente automovilístico. Despertó, pero nunca volvió a ser el mismo. Había perdido la memoria. Olvidó su profesión y tuvo que encontrar un nuevo trabajo: proyectar películas. Desde entonces, la cabina se convirtió en un espacio de introspección para Gerardo, donde las imágenes se revelan como sus propios recuerdos.
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